LA ALHAMBRA Y EL MISTERIO DEL COHETE PLATEADO

Leyenda del edificio Chrysler en la Alhambra está escrita en los años veinte por John J. Healey, un escritor americano que cuenta que la Alhambra esconde en sus pasadizos una copia a tamaño natural del mítico edificio Chrysler de Nueva York.

El periodista Diego Carrasco relata en su artículo que, en la Biblioteca Pública de Nueva York, encontró en una de las cámaras depositarias de tesoros una breve nota en una revista alemana de los años veinte, dedicada a la arquitectura, y que ya no se edita, y ese artículo contenía el siguiente relato:

“Al parecer, cuando Walter P. Chrysler encargó a Willian Van Allen que diseñara un edificio para la Chrysler Corporation, en 1928, el secreto era de la mayor importancia. El rascacielos constituía aún un concepto atrevido y nuevo. Chrysler quería tener el edificio más alto del mundo.

Numerosas compañías estaban contemplando la posibilidad de unas vías igualmente fálicas de ensalzar su virilidad capitalista y, como no, *el diseño de el mas grande* era de gran valor.

A fin de eludir a los espías arquitecturales de otras firmas, se decidió edificar y probar un modelo definitivo en un país extranjero. Gracias a una amante de Chrysler, una belleza de Granada *de familia bien*, el país elegido para el proyecto resultó ser España. Más específicamente, se convino en que todo el trabajo se llevase a cabo en dos enormes túneles cuya existencia era conocida sólo por unos pocos privilegiados. Ambos túneles tenían aproximadamente un kilómetro de longitud y habían sido hechos por los moros en 1394, para conectar la Alhambra de Granada con los Jardines del Generalife.

Se accedía a ellos a través de una amplia bóveda hallada en los sótanos del edificio que por entonces ocupaba una discoteca, el night club “El Rey Chico”, cerca del Paseo de los Tristes, y tanto hombres como herramientas entraban y salían siempre de los túneles de noche donde los diversos diseños y materiales fueron puestos a prueba durante un periodo de dieciséis meses.

Con la nueva aleación de aluminio, que por entonces se eligió para realizar buena parte de la superficie exterior del edificio, se construyó, acostado, un modelo de tamaño natural del rascacielos Art Deco.

Mientras Granada dormía, mientras las estaciones cambiaban en el recinto de la Alhambra, debajo de sus cimientos, muy hondo, crecía el edificio como un inmenso cohete plateado. Se hicieron planes para edificar la estructura final en esos túneles, para luego enviarla por barco a Estados Unidos, en piezas que luego se montarían en el emplazamiento de la calle 42 y la Lexington Avenue, en Nueva York.

Cuando el modelo estuvo terminado se dio un baile de disfraces con tema morisco-futurista para todos los que habían participado en la empresa secreta. Los técnicos se vistieron como seres llegados del espacio exterior, y con esos atuendos bailaron con secretarias ataviadas con sugestivas ropas de doncellas árabes.

Un guitarrista flamenco fue llevado del Sacromonte, con los ojos vendados, y se dice que la fiesta se prolongó hasta el amanecer. De una manera bastante profética, el mismo Van Allen, según se decía, se había presentado disfrazado de Boabdil, el último rey moro de Granada.

El ruido de la extraña fiesta, por fin, llegó hasta el Patio de la Acequia, donde dos estudiantes habían pasado la noche. Los jóvenes siguieron el ruido hasta su origen por una de las tomas de aire del túnel, y así llegaron junto al reluciente rascacielos que yacía tumbado, mientras electricistas que parecían marcianos y jóvenes esclavas de Nueva York bailaban el charlestón fumando Camel.

Una de las estudiantes, una jovencita de Jaén que, por lo que se dice, tenía un parecido asombroso con Evelyn Nesbit, murió de inmediato de un ataque al corazón, en tanto que su compañero sufrió un colapso psicótico que le redujo a pasar el resto de su vida ingresado en una institución para enfermos mentales en Extremadura.

A cambio de mantener acallado el escándalo, Van Allen y toda su concupiscente compañía de ingenieros se tuvieron que marchar. Zarparon del puerto de Motril, con planos y todo, en el yate privado de Walter. P. Chrysler, a bordo del cual – según se dice – la fiesta continuó una semana más.

Los túneles fueron sellados con el edificio todavía dentro. Ahí está, silencioso y vacío, aún hoy, enterrado, como una espada galáctica y una Giralda plateada de los tiempos modernos, sepultado en la oscuridad, tan inaccesible como la Giralda falsa de Stanford White".

* Todas estas expresiones están en español en el original. John. J. Healey / Traducción de Ana Poljak

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*Fotos B/N (según orden de aparición en la columna derecha):

  • Obreros en una de 8 gárgolas que adornan las esquinas de la planta 59 del edificio Chrysler de New York.
  • Margaret Bourke-White, fotógrafa de la revista Life, que hiciera en 1946 la fotografía de Gandhi hilando con una rueca, realizó un reportaje del Chrysler Building.
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